Tu latido incesante de amapolas.
Tu y yo, unidos por siempre, epopeyas construidas en mundos símiles y paralelos.
El engendro creado más letal, más ofensivo y más llamativo que la anunciación, siempre nuevo, siempre lleno de piedras con las cuales tapar la vanidad de lo hallado.
Todo es contemporáneo, me llega a flor de piel, revancha contra si misma, parcelas acuñadas a un mismo símbolo, búsqueda por reunir lo universal, humano en si.
Ahora tiempo de señalar lo decisivo, miserable por hoy el olvido, paciencia cual cruel desatino.
Uniformadas las reglas van, encaminadas a su final, treguas pactadas morirán por el ruiseñor que clama, calla ya.
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Quiero un momento, un aposento, algo exento de lo final.
Imagen: Matiz de lo final/Harkemit Pokbum